La unión entre la música y la palabra permite al compositor crear normas para la elaboración de modelos literarios que, en un cierto sentido, también se encuentran en las obras de este concierto. Se plantea así un itinerario de escucha en el que la conmovedora belleza de las melodías evoca un sentimiento de profunda emoción. La delicadeza, el equilibrio, y la perfección de las líneas vocales junto a la combinación de texturas polifónicas y evocaciones sinfónicas le confieren una forma de expresión directa en su lenguaje. 

Articulando el Kyrie, Gloria, Sanctus, Benedictus y Agnus Dei de la Missa Brevis de Zoltán Kodály, encontramos la flexibilidad y ligereza de Himno al anochecer para cuatro voces y órgano de Henry Balfour Gardiner, y Festival Te Deum, Op. 32, Un Himno a la Virgen y Jubilate Deo de Benjamin Britten, con sus evocadoras sonoridades y sus contrastes que nos acercan también a la concepción tradicional de la música sacra inglesa. Igualmente, Cántico de Jean Racine, Op. 11 de Gabriel Fauré cuyo texto, como traducción libre de un himno latino del Oficio Divino de maitines del martes atribuido a San Ambrosio, nos vincula a una nueva forma de expresión del lenguaje. Lo completa el contrapunto organístico a través del refinamiento y la elegancia de Variaciones sobre un tema de Clément Jannequin JA 118 de Jehan Alain, y la Fuga sobre el tema del Carrillón de las Horas de la Catedral de Soissons, Op. 12 de Maurice Duruflé, con sus connotaciones de homenaje, recuerdo y continuo vínculo al canto.

María del Ser
Doctora en Educación Musical (UCM) e informadora en Radio Clásica (RTVE)