Subirse a un coche sin frenos. Bailar hasta el amanecer. Escuchar el eco de un continente que nunca duerme. América es ritmo, es memoria que no cesa. Desde los pulsos frenéticos que John Adams convirtió en una carrera sin respiro hasta el danzón que Arturo Márquez rescató del tiempo, este concierto nos invita a recorrer paisajes sonoros del último siglo que se entrelazan en un abrazo inquebrantable.
El tango se alza con la nostalgia de Piazzolla, despojándolo de sus viejas vestiduras para recubrirlo de disonancias y destellos de jazz. Las danzas de Camargo Guarnieri respiran la esencia profunda de Brasil, entre rituales de candomblé y el fulgor de la samba. Gershwin, con su deslumbrante Concierto en fa, nos recuerda que el jazz también se vive, se improvisa en cada síncopa, en cada pausa que anticipa la explosión rítmica.
Nada permanece quieto en esta travesía. La orquesta se convierte en un caleidoscopio de timbres y pulsaciones: son los colores de América, vibrantes, infinitos. De norte a sur, cada obra expande una geografía que deja sentir su rastro, el del baile que invita a continuar tras la última nota.
Carmen Noheda
Investigadora postdoctoral Juan de la Cierva. Instituto Complutense de Ciencias Musicales